OPINIÓN
Alberto Vila ´LÚH 31 de octubre de 2022
Tomamos nota que, en medio de la resistencia de la cúpula de la judicatura a renovarse como manda la Constitución, el Tribunal Supremo concluyó el “caso Bankia”. Este fue el mayor escándalo originado por la crisis financiera de 2008 que puso en el banquillo a Rato y a 33 acusados. Así, este dictamen, ratificó la absolución en este asunto de los acusados por estafa a los inversores y falsedad contable.
Hasta antes de que la Infanta hiciese su fugaz sentada en el banquillo, y con eso se revolucionara el concepto ético de la justicia española, la creencia era que gente como el señor Rodrigo de Rato y Figaredo podía hacer lo que le viniese en gana. Porque el señor Rato siempre fue amigo de sus amigos. Inclusive se supo que los tenía buenos en el BBVA. También en el IBEX35. No se debe olvidar que Argentaria y el BBVA perdonaron a Rodrigo Rato 51.908.779 pesetas, unos 312.000€, de intereses de demora y comisiones de impagados.
La condonación a la empresa de Rodrigo Rato, Construcciones Riesgo, la ejecutó Argentaria en la época de Francisco González y la ratificó unos meses después el BBVA, tras la fusión del antaño banco público con la entidad vasca. Recuérdese que Rodrigo Rato nombró en 1996 presidente de Argentaria a Francisco González el que, tras la unión entre el banco público y BBV anunciada en octubre de 1999, se convirtió en copresidente del nuevo grupo. La amistad entre liberales de toda la vida siempre resulta rentable.
Este licenciado en Derecho, que fue vicepresidente del Gobierno de España y ministro de Economía durante los gobiernos de José María Aznar, también ocupó el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional hasta que se vio obligado a dimitir el 19 de junio de 2007. Su gestión fue duramente criticada en un informe interno del FMI del 10 de enero de 2011 que analizó el período 2004-2007. En el calificó su desempeño como deficiente y poco previsor, mientras se avecinaba la “mayor crisis financiera desde la Gran Depresión”.
Luego, ya de regreso a casa, le encomiendan la dirección del grupo financiero Bankia entre 2010 y 2012. En ese cargo llevó a cabo la discutible salida a bolsa del grupo. En 2013 se desempeñó, en Telefónica, como consejero asesor para Latinoamérica y Europa. El 16 de abril de 2015 fue detenido y puesto en libertad tras un registro en su domicilio a cargo de la Agencia Tributaria, por los supuestos delitos de fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Así, el 23 de febrero de 2017 fue condenado a cuatro años y medio de cárcel, por un delito continuado de apropiación indebida llevado a cabo entre 2003 y 2012, en Caja Madrid y Bankia, en el caso de las tarjetas Black. El día 3 de octubre de 2018 el Tribunal Supremo ratificó la sentencia de la Audiencia Nacional y el 25 de octubre don Rodrigo ingresó en la prisión de Soto del Real. Desde 2020 disfruta del tercer grado.
Este capitalismo de amigos, poco tuvo que ver con el futuro de España, pero mucho que ver con las relaciones financieras internacionales y con las tramas que crecieron a la sombra del franquismo. Los memoriosos recordarán que ya lo decía en 2014 Ignacio Sánchez Galán. El presidente de Iberdrola, fue entonces muy claro: “…a pesar de que las relaciones con el Gobierno en España «son cordiales», “la empresa se siente más británica, mexicana o estadounidense”, porque tiene más relación con los otros países donde la compañía está presente”. Pura Marca España.
Se han valido de España para fines de grupo. Los casos de corrupción, cuyos actores no solamente son los corruptos, sino también los corruptores, todos resultan imprescindibles. Esto es algo que debe incluirse en la legislación para la regeneración democrática. La “ruta del dinero” tiene un origen además de un destino. Como también unas víctimas: el conjunto de españoles de hoy y de mañana. Cuentan con la impunidad de un aparato judicial más pensado para protegerlos que para evaluar sus prácticas.
Por tanto, la cuestión es si en ese futuro lleno de incertidumbres y sacrificios exigidos, estamos dispuestos como ciudadanos a persistir en este modelo o, por el contrario, tendremos el valor y el espíritu suficiente para modificar el curso de la historia, y lograr una sociedad más justa, que sea equitativa y comprometida con las personas, y a la vez genere progreso ético, económico y social.
La única herramienta de la que dispone el ciudadano de a pie es del voto. En su mano está que se haga justicia de una vez. Porque hasta ahora parece que a España le queda un rato para ser democracia.
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