La destrucción absoluta del «efecto Feijoo», además de sus propios errores, está obligando al líder gallego a adoptar una estrategia política cada vez más cercana al «trumpismo» de la presidenta de la Comunidad de Madrid, hecho que abre de nuevo la duda sobre si el máximo dirigente del Partido Popular será el candidato a las elecciones generales
José Antonio Gómez - Diario 16 04/11/2022
Isabel Díaz Ayuso | Foto: Comunidad de Madrid
Alberto Núñez Feijoo llegó a la Presidencia del Partido Popular generando esperanza en una formación alicaída y que no conseguía remontar a pesar de la desafección en aumento hacia Pedro Sánchez. La estrategia de oposición de Pablo Casado asustaba al sector más moderado de votantes del PP y desconcertaba al ala más cercana a la extrema derecha. La guerra entre Isabel Díaz Ayuso y Casado se saldó con la salida del político palentino de la primera línea política y con un congreso extraordinario en el que Feijoo fue elegido por aclamación con el apoyo de todos los líderes autonómicos.
Los primeros movimientos del expresidente de la Xunta de Galicia llenaron de esperanza a mucha gente, sobre todo por el distanciamiento de Vox demostrado con la ausencia de Feijoo en la investidura de Alfonso Fernández Mañueco.
Sin embargo, poco a poco el PP ha ido perdiendo fuelle en la misma medida en que aumentaban las salidas de tono y los errores de discurso de su líder. ¿Cómo es posible que un político con la experiencia de Feijoo esté cayendo en esos errores? La respuesta a esta pregunta tiene nombre y apellidos: Isabel Díaz Ayuso.
En un escenario social y político marcado por la crispación ciudadana, donde la antipolítica está ganando mucho terreno por la falta de respuestas de los dirigentes a las necesidades reales de la ciudadanía, el «trumpismo» populista es el que más cala entre los votantes. Y Ayuso se siente muy cómoda en el barro del populismo.
Este fenómeno no se está dando sólo en España, sino que es global. El crecimiento significativo de la extrema derecha en Europa, la más que probable victoria de los republicanos en las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, el triunfo de líderes populistas de izquierda en varios países latinoamericanos o la victoria de Giorgia Meloni en Italia demuestran que la ciudadanía ha dicho ¡basta!, no cree ya en los partidos tradicionales y busca otra cosa.
Isabel Díaz Ayuso, además de sus ocurrencias, sus salidas de tono y de sus graves carencias de gestión, ha sabido leer la situación y, por eso, ofrece algo diferente en sus discursos. El equipo de Ayuso sabe que existe una gran desafección hacia Pedro Sánchez. En consecuencia, focaliza toda su actividad en lanzar ataques contra el presidente del Gobierno. No ha inventado nada nuevo, puesto que el hecho de centrar sus ataques en un «enemigo único» cala en la ciudadanía.
Feijoo, por su parte, viene de la vieja escuela, de la época del bipartidismo, las mayorías absolutas y el turnismo. Por eso no entiende cómo manejar su labor de oposición, además con la carencia de no tener un escaño en el Congreso de los Diputados, lo que le quita el foco mediático y la posibilidad de confrontar con Sánchez en cada sesión de control al Gobierno.
En este aspecto, Isabel Díaz Ayuso también tiene ganada la mano a Feijoo. Ella es presidenta de la Comunidad de Madrid, un cargo que, en importancia, podría ser el tercero del Estado, por más que haya un escalafón que la dejaría más abajo. No obstante, Ayuso tiene la oportunidad de presentarse ante la sociedad con un perfil presidencial.
Además, ha tenido la suerte de encontrarse con una oposición débil y fraccionada, lo que la deja en una posición de superioridad frente al resto de partidos de la izquierda. Ahora hay un gobierno progresista en España que genera desafección, por tanto, si Ayuso pasa por encima de esos partidos, la gente ya la ve como la solución a los problemas que ni el PSOE ni el PP ni Podemos les han sabido resolver.
Por tanto, Ayuso ya le ha ganado la batalla a Feijoo porque está sabiendo leer a la perfección lo que están buscando los ciudadanos. No se trata de conceptos ideológicos, sino que el populismo de corte trumpista que desarrolla Isabel Díaz Ayuso es lo que la gente está demandando. Ya no se trata de izquierdas o derechas, se trata de que el desencanto, la desafección y el hartazgo provocado por la ineficacia de las concepciones políticas tradicionales han fallado y a la ciudadanía ya sólo le queda la esperanza de que llegue al poder una persona que destroce ese sistema.
De momento, Isabel Díaz Ayuso ha negado por activa y por pasiva que tenga intenciones de presentarse como candidata a las elecciones generales. La lideresa madrileña ha enfatizado que su compromiso está con Madrid e, incluso, se ha puesto fecha de caducidad: 2027.
Sin embargo, las elecciones de mayo de 2023 pueden ser un punto de inflexión si Ayuso, como es más que probable, arrasa. Entonces se iniciará el debate interno sobre si Feijoo, sobre todo si las encuestas siguen en la misma tendencia a la baja, sería un buen candidato para luchar contra Pedro Sánchez o la persona que encabece las listas del PSOE. Ahí está el momento clave y, si el Partido Popular la necesita y se lo pide, Ayuso dará el primer paso que la lleve a la Moncloa.
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