Documentos internos muestran cómo la UER ha eludido sus propias medidas para evitar otra crisis con Israel en Eurovisión
- La Crónica de Almería
- 20 may
- 7 Min. de lectura
En verTele han tenido acceso a la carta de 'aviso de advertencia' que la UER remitió a la cadena de Israel KAN por su actitud en Eurovisión 2024, así como al informe fruto de la investigación independiente que se realizó tras el festival, y al documento con el que la UER trasladó esas 'recomendaciones' a su 'hoja de ruta'... para no seguirla en esta edición

La UER jamás ha mostrado dudas sobre la participación de Israel en Eurovisión. Ni en 2024, ni en 2025. Antes del festival del año pasado ratificó su presencia, e incluso intentó descargar la decisión de incluir a Israel en Eurovisión 2024 en las televisiones públicas que la conforman. Y para este año se mantuvo firme en su decisión, pese a la enorme polémica de la edición anterior, y la actitud tanto de la cadena israelí KAN como de la prensa del país, que estuvo a punto de hacer estallar el certamen el día antes de su final.
No podemos repetir todo lo que ocurrió en esa edición, aunque ya lo contamos tras vivir en primera persona la Eurovisión más tensa de la historia, con la UER inoperante ante la actitud de Israel. Una inoperancia que tuvo un paréntesis con un gesto que quedó como testimonial: un “aviso de advertencia” de la UER a la KAN al que ahora ha tenido acceso verTele. Este documento, fechado el 11 de mayo de 2024 -el día de la final de Eurovisión 2024-, es la carta que la Unión Europea de Radiodifusión remitió a la cadena israelí:
Bakel Walden, Presidente del Grupo de Referencia del festival; y Martin Österdahl, Supervisor Ejecutivo de Eurovisión; se dirigieron a Sharon Drikes, Jefa de Delegación de KAN; para lanzar ese “aviso de advertencia” (literalmente) por “ciertos incumplimientos de las reglas por parte de miembros de la delegación de KAN”. En concreto, el motivo de la carta se refería a dos circunstancias.
Para la primera, la UER explicaba que habían “recibido quejas oficiales de que el equipo de medios israelí ha mostrado en los últimos días un comportamiento intrusivo, ofensivo y provocador hacia otras delegaciones”. En su misiva, el organismo era extremadamente cuidadoso: “A este respecto, queremos recordarle amablemente que los Radiodifusores Participantes están obligados a respetar las reglas de filmación aplicables a las delegaciones y las Reglas del ESC, las cuales establecen principios que deben respetarse al filmar entre bastidores o en las instalaciones del Evento. En particular, se espera de los Radiodifusores Participantes que respeten la privacidad, proporcionen una cobertura justa, eviten contenido dañino u ofensivo y no desprestigien el festival de Eurovisión”.
La segunda circunstancia es que comunicaban haber “tenido conocimiento de que los comentaristas de KAN han hecho comentarios discriminatorios hacia actuaciones de ciertos países, concretamente hacia la actuación de Irlanda”, recordando qué parte concreta del reglamento de Eurovisión establece que “los comentaristas deben mantenerse neutrales y no deben hacer comentarios excesivamente discriminatorios sobre los concursantes o las canciones”. Por ambas circunstancias, la UER comunicaba: “Notificamos formalmente a KAN que debe respetar las reglas aplicables al festival de Eurovisión, las cuales están destinadas a proteger el correcto desarrollo del festival y su integridad”.
Ese “comportamiento intrusivo, ofensivo y provocador hacia otras delegaciones” de Israel, y no que estuvieran siendo ellos los perseguidos como la delegación israelí se victimizó durante el festival, fue el que hizo que la UER tomase la decisión de aislarles: “Como ya se les ha informado, su delegación será trasladada fuera del área de delegaciones para evitar más incidentes y quejas, y les instamos encarecidamente a asegurarse de que todos los miembros de su delegación cumplan con todas las reglas aplicables y mantengan en todo momento un comportamiento acorde con los Valores del festival de Eurovisión”. La Unión incidía en que para castigar “cualquier comportamiento que dañe la reputación y/o la integridad de los shows” podrían aplicar sanciones económicas, plasmando en la misma carta las reglas del festival que se saltaba la KAN israelí.
Tiempo después del festival se supo que al menos 16 delegaciones habían presentado quejas por la actitud de la delegación de Israel, lo que se sumó a que prensa israelí llegase a acosar a periodistas españoles. También trascendió que hasta seis países amenazaron con abandonar a media hora del inicio de la final, como clímax de un ambiente irrespirable creado por la delegación de Israel, mientras su estado masacraba a la población palestina en Gaza. Un problema que acabó llevando a la UER a la mayor crisis de su historia, por la que el organismo anunció que abría una investigación.
La investigación independiente, y el documento de la UER
En junio de 2024, un mes después de Eurovisión que se celebró en mayo, Pernille Gaardbo -que fue la productora ejecutiva del festival en 2014- fue la encargada de realizar una investigación independiente. Tras ella remitió a la UER el siguiente informe de la investigación independiente, al que también ha tenido acceso verTele, basado en 53 entrevistas, realizadas del 22 de mayo al 6 de junio de 2024, con miembros del Equipo Central de la UER, el Grupo de Referencia, y casi todos los Jefes de Delegación del festival.
El proceso no era un secreto: en ese mismo mes de junio la UER anunció que iniciaba una investigación y entrevistaría a las delegaciones tras las quejas por Israel, en julio proclamó que había cerrado esa investigación y prometió cambios en distintas áreas y en su cúpula, en octubre detalló que implantaría en Eurovisión 2025 un “espacio seguro” para los artistas y pidió “un comportamiento neutral y apolítico”, y en diciembre desglosó su Código de Conducta para Eurovisión 2025, blindando a los artistas para “minimizar riesgos”, entre otras comunicaciones.
Lo que en verTele podemos publicar ahora es en sí el documento del que partieron esos cambios, fruto de la investigación independiente que realizó Gaardbo y remitió a la UER, y en el que se recogía todo lo que debía mejorar y cambiar el festival. En el documento se recogen todas las “recomendaciones” a tener en cuenta para evolucionar Eurovisión a partir de ese momento, por lo que deberían haberse aplicado por primera vez en esta edición del 2025.
Esa investigación independiente, plasmada en el informe que recogemos sobre estas líneas, se trasladó a la UER. Y la Unión Europea de Radiodifusión lo “transformó” en otro documento, este ya oficial de la Unión, que remitió a todas las cadenas miembros. En verTele también hemos tenido acceso a dicho documento oficial de la UER, que es el siguiente.
En él se aprecia cómo la UER tomó nota de todas esas “recomendaciones” y las adaptó a su nueva “Hoja de ruta”, como el propio organismo lo denominó. La UER definió “nueve áreas clave de desarrollo”, y adelantó que la intención era “ser refinadas tras las discusiones con los Órganos de Gobierno de Eurovisión”. La traslación del informe de la investigación independiente es clara, como se aprecia en esos nueve puntos que mantienen incluso el mismo orden aunque cambian ligeramente su nomenclatura:
En el documento de la UER a sus miembros, celebra el crecimiento de Eurovisión e introduce: “Con el crecimiento vienen desafíos, y el festival de Eurovisión en Malmö lo ha dejado claro. No podemos ignorar que las tensiones geopolíticas seguirán afectando nuestro evento”. También reconoció el buen trabajo de la cadena pública sueca en “circunstancias difíciles”, y hacía autocrítica: “Pero reconocemos que se necesitan mejoras en otras áreas. Ahora debemos tomar las lecciones de Malmö, hacer cambios tangibles y asegurar que el festival de Eurovisión esté estructurado y preparado para un crecimiento y éxito continuos”.
Una “hoja de ruta”... ¿para no seguirla?
Entre el informe fruto de la investigación independiente y el documento oficial de la UER hay pocas diferencias, y no debería ser así ya que el primero es propositivo (con “recomendaciones” tras una investigación) y el segundo debería ser de actuación. Sin embargo, la “hoja de ruta” de la UER se limita a recoger las recomendaciones y convertirlas en acciones a futuro, sin definir demasiado.
De hecho, ya en la primera área clave de desarrollo referida a la “Lista aceptada de participantes”, la UER declara que “es y debe seguir siendo una organización no política”, y Eurovisión “un evento no político”. Y al mismo tiempo, reconoce “que con el aumento de tensiones (geo)políticas, la UER y Eurovisión están cada vez más expuestos a daños reputacionales por fuerzas externas”. Por ello simplemente traslada: “Se revisarán las reglas existentes del festival de Eurovisión para considerar formas de gestionar mejor los riesgos provenientes de eventos externos”. En ningún momento se menciona a Israel, y de hecho se saca de la ecuación su gestión reduciéndola a “fuerzas externas”.
Ese punto 1 también traslada la recomendación de que “la UER consulte a sus miembros a nivel directivo para desarrollar reglas y políticas”, estableciendo que “para reducir este riesgo en el futuro, debemos aclarar las responsabilidades de toma de decisiones de los distintos Órganos de Gobierno de la UER, siempre teniendo en cuenta la necesidad de escuchar una amplia gama de opiniones de los miembros sobre decisiones clave”. Esta declaración de intenciones contrasta con lo sucedido esta edición: un mes antes de Eurovisión 2025, precisamente RTVE fue la primera en pedir abrir un debate sobre la participación de Israel, y luego se sumaron otros tres miembros como Eslovenia, Islandia e Irlanda. Desoyendo su propia recomendación, la única respuesta de la UER ha sido comprometerse a hacerlo “a su debido tiempo”, consiguiendo su objetivo de que el festival se celebre y pase la semana.
Básicamente, todo se centró en reforzar el área de “gestión de crisis”, en vez de acabar con la crisis. Y la crisis era, y ha vuelto a ser, la participación de Israel. En el documento no se hace ninguna mención a lo ocurrido, y de hecho parece apuntarse más a la polémica expulsión de Países Bajos, cuyo representante fue recientemente absuelto. Pero ni una palabra de las continuas infracciones de la KAN israelí, ni del acoso que periodistas israelíes sometieron a periodistas españoles.
Entre objetivos amplios como revisar las reglas, protocolos y contratos del festival “enfocándose en su simplificación, consolidación y mejor accesibilidad”; y revisar también las responsabilidades de los distintos equipos y órganos; se incide en la importancia de los Jefes de Delegación, que como establece la UER “deben garantizar que los roles y protocolos se respeten e implementen adecuadamente”. También establece directamente que los artistas “deben comprender y respetar plenamente las reglas y protocolos” de Eurovisión, explicando: “Unirse al evento es una oportunidad única para ellos, pero también puede implicar desafíos”. Frente a ellos, determina: “La estructura del festival de Eurovisión debe diseñarse para abordar los desafíos únicos que enfrentan los artistas participantes y garantizarles una experiencia positiva. Los miembros participantes y la UER deben ejercer un mayor deber de cuidado hacia ellos”. A tenor de lo visto en esta edición, la UER parece haber determinado que la mejor forma de “protegerlos” es bunkerizar el festival, y reducir tanto la atención a la prensa como sus apariciones públicas.

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