Las elecciones generales de octubre de 1982 fueron las del cambio. En una Almería de poco más de 400.000 habitantes todo eso había llegado dos años antes
JOSÉ MARÍA GRANADOS - Ideal Sábado, 29 octubre 2022
Aquél 'Por el cambio' que hace cuarenta años aupó al PSOE de Felipe González al Gobierno de España había tenido sus principios en Almería dos años antes, en noviembre de 1980, en unas elecciones parciales al Senado en las que la hegemonía que venía manteniendo en la provincia la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, saltó por los aires. Almería, un bastión inexpugnable de la UCD, se decantó por el cambio y eligió a José Batlles Paniagua y Eloy Jesús López Miralles, dos concejales socialistas del Ayuntamiento de la capital, nuevos senadores en sustitución de Ramón Ponce y José Manuel de Torres Rollón, ambos de la UCD, que meses antes habían dimitido echando un pulso de supervivencia a su partido. En aquellas elecciones si algo quedó claro no fue otra cosa que la consolidación de un partido político, el PSOE, preparado para gobernar y firme candidato a ello. Lo venía demostrando en numerosos ayuntamientos donde, en solitario, o en coalición con otros grupos, marcaba los pasos a la gestión.
Después, en mayo de 1982, las primeras elecciones autonómicas, que auparon a Rafael Escuredo a la presidencia andaluza, ratificaron lo que en 1980 había sucedido ya en Almería, cuando los candidatos de la UCD, José María Artero García y José Moreno Pérez, fueron prácticamente barridos en las urnas. Los centristas ocuparon los puestos tercero y cuarto en el recuento, aunque mucho más lejos de la cabeza quedaron los dos representantes de Alianza Popular, Miguel Ángel Gutiérrez Ferrández y Francisco Alados Viedma, superados en número de votos por el candidato comunista, Pedro Molina García, y el segundo incluso por la candidata también comunista María Teresa Claramunt.
Claro que la tercera fuerza política en votos fue el PSA, cuyos candidatos Fernando Navarrete y el dimisionario centrista Ramón Ponce García superaron los 10.000 sufragios. Otro ilustre candidato en aquellas elecciones fue Fernando Martínez López (MCA), que después sería alcalde de la capital con el PSOE y actualmente es secretario de Estado para la Memoria Histórica en el Gobierno.
Lo sucedido en las elecciones parciales de 1980 fue el antecedente de lo que poco después llegó. El aire del cambio había sido poco más o menos una 'ponientá' de esas tan típicas de Almería, de las que no llegan precisamente de improviso, pero dejan huella.
En 1982 Almería era una provincia con poco más de 405.000 habitantes, con un bajo nivel de industrialización, con la mitad de la población dedicada a la agricultura, que ya sobresalía por sus productos hortofrutícolas, cultivados entonces en poco más de 7.000 hectáreas de invernadero y contaba con cerca de 18.000 trabajadores agrícolas por cuenta propia. Su escasa industrialización explica la reducida población obrera, empleada especialmente en la construcción un sector fuerte en aquellos años y en algunas pequeñas industrias situadas en el cinturón de capital y en las comarcas costeras, en las que el PSOE tenía una gran implantación.
El comportamiento de voto netamente moderado que mantenía la provincia desde las primeras elecciones legislativas (1977) y una creciente tendencia a la indiferencia política, demostrada en las diferentes consultas, con unas cifras que mostraban los más altos índices de abstención y el más bajo nivel de conciencia autonómica entre las provincias andaluzas, se rompió, como lo había hecho dos años antes, en la convocatoria de octubre de 2022.
Para empezar, hubo casi 30.000 votantes más que en las anteriores de 1979 y de los 212.232 votos contabilizados el PSOE consiguió el 57,77 % de ellos, con cuatro diputados: José Antonio Amate, Juan de Dios Ramírez Heredia, Blas Díaz Bonillo y Joaquín Pérez Siquier, mientras que AP logró que el ex diputado centrista Francisco Soler Valero, que había abandonado la formación para ser cabeza de lista con el partido de Fraga en Almería, saliera reelegido con el 23,26% de los sufragios. El candidato de UCD, Ignacio Bayón, ministro de Industria que había inaugurado las instalaciones de la cementera y puesto la primera piedra de la Térmica de Endesa en Carboneras, obtuvo un 11,2% de los votos y no consiguió escaño.
Que se vayan, se vayan...
El sonsonete retumbó en la madrugada del día 29 en la calle y en la sala de prensa del Gobierno Civil de Almería, el feudo del 'Pipo' -mote con el se conocía a José María Bances Álvarez, gobernador civil de la provincia por su costumbre de poner en su coche oficial la bocina y las luces de emergencia-. Los datos del recuento se habían retenido más de lo necesario y cuando Bances los ofreció ya corría la fiesta por todos lados y los que se unían a ella repetían el estribillo «que se vayan se vayan se vayan/ que se vayan de una puta vez/ que se vayan se vayan se vayan/ que no los queremos ver».
Como anécdota cabe contar que durante la campaña electoral se dijo a la población que ya se podía ver la segunda cadena de TVE y sí, se veía, pero con la trampa de ser una grabación que se enviaba en avión y se emitía con un día de retraso desde el repetidor de Sierra Alhamilla. Así fue en Almería el final de Suárez y el principio de Felipe.
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