Opinión
En tan solo unos meses, el hasta ahora líder del PP, ha demostrado importantes carencias y debilidades
MIGUEL ÁNGEL HEREDIA DÍAZ - El Plural - Domingo, 6 de noviembre de 2022
Feijóo, criticado por su posición en el PP. EP
Estoy leyendo “Un tal González”, otro magnífico libro de Sergio del Molino, donde narra las múltiples y complicadas decisiones que tuvo que adoptar Felipe González y su gobierno para sacar adelante a España de los numerosos problemas, alguno de ellos muy graves, que tenía nuestro país en aquellos momentos: situación económica, ETA, intentos golpistas o entrar en la Unión Europea.
El presidente Pedro Sánchez también ha tenido que tomar infinidad de decisiones y aprobar numerosas medidas para afrontar, en solo tres años, una pandemia, el estallido de un volcán y ahora una guerra en Ucrania con importantes efectos económicos y sociales para toda Europa.
Gestionar es tomar decisiones; pero hemos comprobado como Feijóo no las toma, sino que son otros y otra los que las toman por él. Y si no es capaz de mandar ni en su partido político, el PP, ¿cómo pretende dirigir un país?
En tan solo unos meses, el hasta ahora líder del PP, ha demostrado importantes carencias y debilidades. Tantas, que corre serios riesgos de que lo “aflojen” quienes defienden una versión más reaccionaria de la derecha. El “efecto” Feijóo ha durado poco y ha quedado al descubierto que no tiene autoridad en el PP porque cede ante la jaula de grillos de su partido o a los intereses de los grandes grupos económicos y de presión.
Todo comenzó con su petición de debatir con el presidente Pedro Sánchez en el Senado, pero se equivocó, porque no lo conoce y no esperaba que el presidente aceptase. Ha perdido los dos debates, con intervenciones poco preparadas y sin propuestas.
Defendió la bajada masiva de impuestos, como hizo la primera ministra británica Liz Truss, pero esta última tuvo que dar marcha atrás, pedir disculpas y duró 45 días en el cargo, no sabemos si Feijóo seguirá el mismo camino, pero en cualquier caso se ha quedado solo en Europa con su propuesta de bajar masivamente los impuestos.
Más tarde, igual que hizo Casado, se fue a Europa a hablar mal del Gobierno, con el daño que esto supone para nuestro país. Volvió a cuestionar la “excepción ibérica”, a pesar de que ha permitido ahorrar 3.000 millones a las familias españolas; a pesar de que la Comisión Europea pretende implantar esta medida en todo el continente y a pesar de que el propio PP europeo la califica de “brillante propuesta energética” del presidente Pedro Sánchez.
También ha cuestionado en Bruselas los fondos europeos, y es que el PP siempre se ha opuesto a los 140.000 millones que peleó, defendió y obtuvo el Presidente Pedro Sánchez en Europa para salir de la crisis y para la recuperación económica de España.
Pero la guinda ha sido su marcha atrás en el pacto sobre la renovación del Poder Judicial. El pacto estaba hecho, pero Feijóo no ha resistido las presiones de la derecha reaccionaria, que ha trabajado para que el acuerdo no se materializara y llegara a buen puerto. El expresidente gallego no tiene autonomía para liderar el PP y le han impuesto la decisión. Es una mala noticia para la democracia española.
El “efecto” Feijóo está mostrando síntomas graves de agotamiento. Hasta los propios medios de la derecha empiezan a criticarlo. Se deshace así el mito de buen gestor del expresidente gallego; ha quedado clara su “falsa” mano tendida con el Estado y cada día es más notable que su única respuesta es el “NO” permanente, aunque sean cuestiones necesarias y fundamentales para España, para la democracia y para la ciudadanía de nuestro país.
España necesita, por el bien de la democracia, una derecha moderada, que anteponga los intereses de nuestro país por encima de sus intereses políticos, que arrime el hombro cuando España lo necesite; y sobre todo necesita un líder con crédito, que sea un interlocutor válido y que tenga capacidad real para decidir.
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