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Foto del escritorLa Crónica de Almería

El pájaro ha sido liberado

Musk tiene el reto de convertir la red social en una plaza digital donde hablar con respeto y fomentar la cultura democrática

Beatriz Talegón - Diario 16 30 de octubre de 2022

El multimillonario Elon Musk se ha hecho, finalmente, propietario de la compañía Twitter. Tras meses de «culebrón», donde la compañía llevó al multimillonario ante los tribunales, cuando este dió un paso atrás en su oferta de compra, la adquisición por 44.000 millones de dólares se ha consumado.

Esta semana, Elon Musk aparecía en las oficinas principales de Twitter con un lavabo, en señal de que llegaba a «hacer limpieza» (podría interpretarse de muchas otras maneras).

Lo cierto es que, antes de anunciar que quería comprar la compañía, hizo preguntas a través de su cuenta en la red sobre la libertad de expresión, sobre la presencia de perfiles falsos y sobre la manipulación de la opinión pública a través de subterfugios y trampas en las redes sociales.

Precisamente, la controversia que hizo dar un paso atrás en la propuesta de compra inicial fue solicitarle a la compañía que le entregase información sobre los perfiles falsos que funcionaban en la red. Un hecho que la compañía se negó a reconocer y por el que Musk intentó cancelar su oferta de compra.

Ahora que Musk ya es el dueño, la primera decisión que ha tomado ha sido la de echar a la calle a los principales directivos de la compañía. En segundo lugar, ha convocado a los trabajadores para trasladarles cuáles serán a partir de ahora las normas a seguir.

El objetivo de Musk es crear de Twitter una plataforma donde se produzcan debates enriquecedores, pero sanos. Dejar de un lado la violencia y la agresividad que estaba campando a sus anchas en esta red, y permitir que los diálogos se produzcan desde el respeto de sus usuarios. Ha subrayado a través de un comunicado compartido en su perfil que hasta ahora, los medios de comunicación se habían venido enriqueciendo por la polarización que estaban alimentando en las redes sociales. A nivel político, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda habían encontrado un nicho de posibles votantes gracias a la polarización de sus discursos, hecho al que la compañía de Twitter ha venido colaborando.

Que Twitter ha censurado a personas por responder al interés de quienes han marcado su línea es un hecho. Sobre todo en pandemia. Compañías como Twitter, Facebook, Youtube o Instagram han ejercido una censura absolutamente deliberada sacando del debate público a personas que no estaban de acuerdo con los discursos oficiales. Sin embargo, se han permitido mensajes de odio, difamaciones, amenazas que, incluso siendo delito, se han justificado porque atacaban a los que se hacían preguntas o cuestionaban las «verdades oficiales».

Donald Trump fue una de las víctimas más destacadas de esta censura. Cuando Twitter cerró su cuenta acusándole de distribuir «fake news» a través de ella, pocos entendieron el grave ataque a la libertad de expresión que esto suponía. Y quienes lo denunciamos, fuimos objeto de los ataques que Elon Musk dice venir a poner fin. Cabría la posibilidad de que Trump reaparezca en twitter, precisamente a tiempo para la campaña del 8 de noviembre.

Twitter es una herramienta muy valiosa. Nos permite estar informados a tiempo real desde cualquier lugar del planeta, y en muchos casos sin filtro alguno ni línea editorial mediante. Da la posibilidad de interactuar directamente con personas que, de otra manera, serían inalcanzables en la mayoría de los casos. Twitter nos acerca, nos permite conocer a personas que piensan como nosotros, o enriquecernos también de las aportaciones de quienes no comparten nuestros puntos de vista.

Sin embargo, en los últimos años, esta red se ha convertido en un lugar donde se han producido amenazas, acoso, difamación, abuso por parte de cuentas de perfiles anónimos que, protegidos por la propia compañía, han sido impunes ante hechos graves, considerados delitos en distintas circunscripciones.

Al llegar al mando de la compañía, Musk ha puesto un tuit: «el pájaro queda liberado». Veremos si es cierto y si, garantizando la libertad de expresión, fomentando el periodismo ciudadano y eliminando la censura, se puede garantizar también la seguridad en una red donde quienes damos la cara, estamos continuamente expuestos a la impunidad que hasta ahora la compañía ha dado a los cobardes anónimos.


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