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  • Foto del escritorLa Crónica de Almería

La jauría

✒️ OPINIÓN


Alberto Vila - LÚH - 20 de noviembre de 2022


Según la Real Academia Española de la Lengua, por tal debe entenderse a:

  1. f. Conjunto de perros mandados por el mismo perrero que levantan la caza en una montería.

  2. f. Conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o a un grupo.

Como es obvio, nuestro interés se centra en la segunda acepción. En las sociedades con escasa calidad democrática. De corte autoritario. En las que los grupos dominantes son resultado de componendas entre las minorías respaldadas generalmente por las organizaciones armadas. En ese escenario se preservan privilegios que contradicen los equilibrios mantenidos durante largos períodos por dichos grupúsculos.

Estas minorías siempre son reactivas al cambio disruptivo. En el caso español así fue desde que se acordasen tal reparto de protagonismos a partir del 78. Fue el modelo del “atado y bien atado”. Situación dada hasta el fenómeno del 15M.

Para las almas curiosas que indaguen sobre la diferencia entre “manada” y “jauría”, debemos decirles que tiene que ver con las relaciones de dirección que sí tienen en la segunda. De aquí que, en la jauría, se trate de un conjunto de perros mandados por el perrero. Tienen organización. Mientras que, en la manada, es el conjunto de ciertos animales de una misma especie que andan reunidos. Es, más o menos, espontánea.

El coro mediático o de colectivos sociales, económicos o religiosos, que se unifican en torno al combate del mensaje entendido como destructivo acerca de lo dicho, hecho o supuestamente dicho o hecho, por alguna persona u organización “molesta” o “desequilibrante” para el statu quo del 78, es un caso. La concentración de medios de comunicación bajo el mismo sesgo ideológico sin dar espacio a la diversidad de visiones, es propia de los estados totalitarios. Inclusive, por ese hecho, logran el control de las asociaciones profesionales del sector. Con ello sepultan su legitimidad como referentes éticos.

Así, en otros ámbitos, se configuraron las organizaciones empresariales, mediáticas, judiciales y policiales, para atacar en forma de lawfare a toda la acción política o social de Podemos. Frente común al que se ha sumado, desde el desastre de las autonómicas andaluzas, Yolanda Díaz y la dirección del PCE. Cada uno es libre de elegir.

De este modo se comprende mejor la pasividad hacia el acoso continuado que sufrió la familia de Pablo Iglesias e Irene Montero en la puerta de su casa sin que la Justicia actuase para impedirlo. Las libertades se transgreden cuando el sistema permite estos ataques propios de una jauría.

Se incluyen aquí las anteriores operaciones de Errejón y Carmena, que abrieron las puertas a la derecha y ultraderecha en Madrid Comunidad y Ayuntamiento. Las que impidieron que Podemos tuviese los gobiernos madrileños. De este modo lo declaró Sergio Pascual, quién, en una crisis de conciencia, lo relató estos días en una entrevista de Aymar Bretos en la Cadena Ser.

A la vez, los obstáculos del lobby del feminismo arcaico, se cristalizaron en postergaciones a la Ley Trans. No debe perderse de vista que todas las acciones orquestadas, se tradujeron en otra nueva tanda de ataques a la ministra Irene Montero. La cueva se resiste al cambio.

Recordemos, que todos los ataques desde diferentes sectores por diferentes grupos tienen la característica de jauría. En ella, se trata de un conjunto de perros mandados por el perrero. Resulta obvio de quién se trata, ¿no?

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